Y de un
momento al otro el mas bello atardecer se convirtió en tinieblas.
Decidimos
ser implacables el uno al otro.
Venció el orgullo.
Indolentes
matamos sin piedad el hermoso tiempo que vivimos juntos, por una confusión, por
no pedir perdón,
ninguno se doblegó al amor…
morimos en vida.
Amándonos
aún, sentenciamos nuestro amor a morir sólo en el frío de la indiferencia.