Apareciste
en mi vida de repente, como un fantasma. Me ofreciste una sonrisa, me diste una
caricia, me concediste una ilusión, motivaste mi pasión…
Apareciste
como un espejismo, mas tu fuerte abrazo despejó mis dudas, te creí real, te
creí sincero, diferente, creí en tus palabras, creí en tus acciones, ya
confiaba en ti…
Apareciste
en forma de hombre ideal, tan tierno y espontáneo, tan frágil y fuerte,
tan alegre y triste, ya empezaba a quererte en silencio…
Apareciste
del mismo modo en que te fuiste, como una aparición repentina del hombre ideal, tan
fugaz que no dejaste huellas, sólo el deseo de que tal aparición fuese
permanente…
Apareciste a remover el agua que ni siquiera te bebiste, a encender un fuego donde no
te calentaste, a llenarme de ilusión para luego destruirla de manera tan
fugaz como lo eres tú…