Un
silencio en mi interior me pide a gritos abrir el baúl donde reposan tus
recuerdos. Hechos sellados en la memoria, tapados con hojas caídas en otoño.
Acontecimientos maravillosos acaecidos en un pasado que quiere ser presente.
Aflora
en mi vientre una vez más el deseo de quererte, y recuerdo tu mirada de fuego
ardiente, la misma que me quemaba los sentidos.
Recuerdo
cuando en primavera caminábamos flotando entre lirios y azucenas, girasoles y
rosas, y besaba tus labios tan suaves como los pétalos de las flores, a ojos
cerrados, no quería parar de tocarte.
Recuerdo cuando en verano el sol quemaba tu piel, y tu piel mi
imaginación, mi imaginación me quemaba,
entonces el agua refrescaba mi cuerpo de la tentación. No podía resistir la
secuencia de estremecedoras sensaciones ardientes, pero no me alejaba,
parecíamos uno.
Recuerdo
que ya no te tengo, no tengo vida, ni primaveras, ni veranos, el tiempo
desgraciado te alejó de mí. Procuraré que llegue el otoño y esas hojas secas
caigan en mis recuerdos y se congelen con el frío del invierno para que no
me recuerden cuanto te amé.